martes, 15 de julio de 2014

Bélgica: un país que no es un país (I)

Bélgica: país con una extensión ligeramente superior a la de la comunidad autónoma de Galicia. Casi 11 millones de habitantes, donde 6 millones son flamencos, con neerlandés como idioma y 5 millones son valones, con francés. Además 30.000 personas hablan alemán. Estas son las 3 lenguas oficiales de un estado con monarquía parlamentaria, como la española. 

Es probable que hayas oído hablar sobre las disputas entre flamencos y valones, sobre nacionalismos elevados a la máxima potencia o sobre movimientos independentistas en Bélgica. Hagamos un repaso rápido a la historia de este pequeño estado.

Bélgica nació como país en el año 1830 tras independizarse de los Países Bajos. Se trataba de un territorio donde el 60% de la población era flamenca y el 40% valona (porcentajes que se siguen manteniendo en la actualidad). Eran estos últimos, los valones (francófonos) quienes movían el cotarro: aristócratas, cultos, ricachones de habla francesa. En cambio, el pueblo flamenco carecía de universidades y su idioma, tan diferente al francés, les mantenía alejados de quienes vendían el bacalao. Fue tal la diferencia de clases que en un principio los valones llegaron a solicitar la independencia de la chusma flamenca. Así, el francés fue establecido como idioma oficial del estado. Las tendiones aumentaron, pero en un país tradicionalmente pacífico como este, comenzaron las negociaciones. Resultado: el flamenco se respeta. En Flances aprovecharon este reconocimiento oficial para reclamar lo que es suyo y para demostrar a los afrancesados que el neerlandés es un idioma igual de culto y útil. Reclaraon la gestión de algunos centros culturales, como teatros y universidades. Fue entonces, a mediados del siglo XIX, cuando las universidades de Lovaina y Gante se transforma en instituciones flamencas.

Llegamos a la Primera Guerra mundial. Guerra en la que Bélgica se declara neutral... pero finalmente es invdida por Alemania. La minoría flamenca, un poco cansada de los cursis franco-parlantes, decide apoyar tímidamente al invasor alemán. Esto irrita a los valones, que tras nuevas negociaciones aprueban medidas para aumentar la brecha que divide a los del norte y los del sur. Para colmo, tras la victoria aliada, un pequeño pedazo de tierra alemán pasa a formar parte del territorio belga. Y entre discusión y discusión, llega sin quererlo la Segunda Guerra mundial. Nuevamente, la Bélgica neutral es invadida. Y destruida. Las tensiones de la guerra aumentaron las diferencais entre unos y otros. Hoy en día es un tema tabú, pero los flamencos entraban dentro de lo que algunos megalómanos consideraban "raza aria". En cambio los francófonos... bueno, te imaginas.

Con la victoria aliada y la economía belga por los suelos, numerosas empresas de países más poderosos se asientan en Flandes (con salida al mar y puertos como el de Amberes). Fue entonces cuando la que siempre fue la región más pobre de este país comienza su despegue económico. Nuevos recelos y envidias se desatan, resultando en más división entre flamencos y valones. 

A día de hoy, Flandes representa el verdadero motor de la economía belga. Pero ya casi nadie busca la independencia. Ni hay rencor entre vecinos. Directamente, no hay relación entre ambos. Cada uno va a su bola. ¿Cómo lo han conseguido? ¿Por qué siguen estando dentro de un mismo país si el sentimiento no es ese? En próximos episodios...

No hay comentarios:

Publicar un comentario